Pese a la cantidad de eventos invitando a correr, pocos adultos lo hacen actualmente, a menos que estén siendo perseguidos por alguien o estén retrasados por llegar a algún sitio. Salvo los niños, los estudiantes o los deportistas, pocos disfrutan de la libertad y la energía de una carrera.
Me di cuenta de esto hace unos días cuando decidí volver a trotar en la calle: hay un placer en avanzar rápidamente con tus propios pies por un largo tramo. Quizá el gusto provenga de tener un estilo de vida citadino donde las paredes y las colas nos rodean.
El año en que me gradué de bachiller participé en una carrera de 10 kilómetros y gané una medalla; el año pasado recorrí 500 kilómetros del Camino de Santiago en España; y ahora deseo entrenar para correr un maratón.
En este blog compartiré mis experiencias durante el entrenamiento que me llevará a la soñada carrera de 42.195 kilómetros. Pónganse sus zapatos de goma y acompáñenme.